"Perdón por la prolongada ausencia de este blog, pero a veces uno no consigue ser ser dueño de su tiempo y, entre unas cosas y otras, han pasado muchos más dias de los que habría querido. Perdón a los que ya eram fieles a este blog, y bienvenidos a los que se incorporen. Desde ahora tenemos una doble cita, en Estadio y en Lopeteguia.
Aunque en este primer ‘post’ del año puede que llegue con más indignación de la que en mí es habitual. Porque esta masiva campaña de denuncia sobre favoritismos, persecuciones, trampas y robos arbitrales, me parece una hipocresía doblemente peligrosa que ni soy capaz de entender, ni por supuesto puedo compartir.
Estamos jugando con fuego. Y esto es una cosa seria.
Porque se puede dudar de la capacidade de los árbitros españoles. Podemos discutir sobre su talante sobre el césped, su preparación y su grado de acierto. Incluso sus enormes errores en un partido. Pero dudar de su honestidad es um pecado gravísimo. Y un arma de doble filo.
Porque se puede dudar de la capacidade de los árbitros españoles. Podemos discutir sobre su talante sobre el césped, su preparación y su grado de acierto. Incluso sus enormes errores en un partido. Pero dudar de su honestidad es um pecado gravísimo. Y un arma de doble filo.
En este país hemos tenido ambientes menos enconados, y hemos vivido comportamientos en el campo cercanos a la tragedia que nos han hecho estremecer a todos. U no me quiero poner dramático. Pero de verdad creo que ser realista es encender una bengala de aviso a navegantes para no seguir echando leña a este fuego."
¿No estamos rozando el colmo de la hipocresía? No se entiende que estemos hablando de fair play, denunciando la violencia, alabando el buen comportamiento…. Y corramos el peligro cierto de estar sacando de quicio y calentando más de lo que toca a algún ‘descerebrado’ que puede perder los papeles y acabar haciendo una barbaridad. Que los hay. Nos consta porque lo hemos visto.
Y eso que los actores principales del fútbol están dando la cara. Los futbolistas y los entrenadores no dejan lugar a la duda y tanto desde Madrid como desde Barcelona han lanzado mensajes bien claros de que los puntos se ganan en el campo.
Es cierto que un mal día de un árbitro te puede llevar a la derrota. Y te calientas, y le gritas, y luego ‘rajas’ en la prensa, o a él mismo. Y el entrenador llora en la rueda de prensa el desastre arbitral del penalti o el gol anulado. Y el medio de comunicación de un lado pone a caldo al colegiado mientras el otro sólo se acuerda de la gran victoria del equipo de su ciudad.
Claro que hay lugar en el fútbol para la polémica arbitral. Los propios profesionales viven (vivimos) en la hipocresía de no hablar de los árbitros cuando les va bien, y poner el grito en el cielo cuando las cosas se le tuercen. Tenemos ejemplos todas las semanas y yo mismo entono el mea culpa.
Todos entendemos la polémica arbitral y somos parte de ella. Sin más trascendencia y sabedores que es parte de la salsa del fútbol.
Pero si en toda esta historia metemos dudas sobre la intencionalidad del árbitro, podemos estar encendiendo un polvorín. Porque el error humano calienta… y se pasa. Pero el error con alevosía deja un poso de rencor que no se sabe cómo puede acabar.
Yo he jugado 18 años y he estado en el Real Madrid y en el Barcelona. Y de verdad que no conozco a futbolistas de esos equipos que hablen de favoritismos. Es más, siempre hemos sido conscientes de que se equivocaban más en contra de los más pequeños, aunque pensamos que se debe a que los equipos grandes pisan mucho más el área y es más fácil el error a su favor.
Además, les puedo garantizar que en un altísimo porcentaje, el futbolista profesional no sabe ni cómo se llama el árbitro del domingo. Tiene tantas cosas en la cabeza, tantas variables, que el árbitro no es una de sus preocupaciones.
Y como bien dijo Guardiola, el fútbol es demasiado bonito como para reducirlo a cuestiones arbitrales. Hay que disfrutar con las jugadas, con los goles, con tantas cosas preciosas que ocurren sobre el césped. Y si además hay polémica, pues bien. La ha habido siempre.
Pero cuidado con desmadrar las cosas. No podemos incendiar a las aficiones porque las consecuencias no las podremos controlar. Y después no vale lamentarse. Somos mayorcitos para saber lo que estamos haciendo y el riesgo que corremos. ¿O no?"
Y eso que los actores principales del fútbol están dando la cara. Los futbolistas y los entrenadores no dejan lugar a la duda y tanto desde Madrid como desde Barcelona han lanzado mensajes bien claros de que los puntos se ganan en el campo.
Es cierto que un mal día de un árbitro te puede llevar a la derrota. Y te calientas, y le gritas, y luego ‘rajas’ en la prensa, o a él mismo. Y el entrenador llora en la rueda de prensa el desastre arbitral del penalti o el gol anulado. Y el medio de comunicación de un lado pone a caldo al colegiado mientras el otro sólo se acuerda de la gran victoria del equipo de su ciudad.
Claro que hay lugar en el fútbol para la polémica arbitral. Los propios profesionales viven (vivimos) en la hipocresía de no hablar de los árbitros cuando les va bien, y poner el grito en el cielo cuando las cosas se le tuercen. Tenemos ejemplos todas las semanas y yo mismo entono el mea culpa.
Todos entendemos la polémica arbitral y somos parte de ella. Sin más trascendencia y sabedores que es parte de la salsa del fútbol.
Pero si en toda esta historia metemos dudas sobre la intencionalidad del árbitro, podemos estar encendiendo un polvorín. Porque el error humano calienta… y se pasa. Pero el error con alevosía deja un poso de rencor que no se sabe cómo puede acabar.
Yo he jugado 18 años y he estado en el Real Madrid y en el Barcelona. Y de verdad que no conozco a futbolistas de esos equipos que hablen de favoritismos. Es más, siempre hemos sido conscientes de que se equivocaban más en contra de los más pequeños, aunque pensamos que se debe a que los equipos grandes pisan mucho más el área y es más fácil el error a su favor.
Además, les puedo garantizar que en un altísimo porcentaje, el futbolista profesional no sabe ni cómo se llama el árbitro del domingo. Tiene tantas cosas en la cabeza, tantas variables, que el árbitro no es una de sus preocupaciones.
Y como bien dijo Guardiola, el fútbol es demasiado bonito como para reducirlo a cuestiones arbitrales. Hay que disfrutar con las jugadas, con los goles, con tantas cosas preciosas que ocurren sobre el césped. Y si además hay polémica, pues bien. La ha habido siempre.
Pero cuidado con desmadrar las cosas. No podemos incendiar a las aficiones porque las consecuencias no las podremos controlar. Y después no vale lamentarse. Somos mayorcitos para saber lo que estamos haciendo y el riesgo que corremos. ¿O no?"
Simplesmente fabuloso.
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